sábado, 24 de septiembre de 2011

Un paso hacia delante


Después de más de un año sin actualizar, vuelvo a la carga. No sé si será algo aislado o con continuación. Lo único que os puedo asegurar es que lo he hecho con todo mi esmero.


¿Cuáles son las metas? ¿Cuáles son las metas por las que luchaste, luchas y lucharás? Ni siquiera lo sabes, pero tiras hacia delante. Levantar la cabeza puede ser el más terrible de los castigos que nunca quisiste tener, pero te reconforta. A lo mejor no es un castigo, sino un motivo por el que luchar, dejarte la piel en ello.

Vuelves la vista atrás, apenas unos días, y piensas cómo pudiste pensar en dejarte caer en la tentación de irte. De irte de un mundo en el que pensabas que no importabas a nadie, mucho menos a tu familia. No sabes cómo pero al final pudiste. ¿Por qué? ¿Por qué no pudiste hacer todas y cada una de las cosas que se te pasaban por la cabeza? Cobardía puede ser la palabra. O ganas de vivir. Pero, ¿ganas de vivir para qué? ¿Para llegar a casa y vuelta a empezar ese círculo vicioso de nuevo? Pues vaya. Pero sigues luchando.

A lo mejor piensas que no hay nadie ahí fuera. Pero alguien hay. A lo mejor a kilómetros y kilómetros de distancia, o simplemente a metros, aunque no te des cuenta. Pero la hay. Intentar meterse eso en la cabeza no es fácil, porque cuando necesitas un abrazo no hay nadie para dártelo. Pero sigues hacia delante, luchando contra todo. ¿Sabes por qué? Porque tu fuerza interior es muchísimo más grande de lo que te imaginabas. Y la tienes. No sabes cómo ni cuánta magnitud tiene, pero está ahí. No la desaproveches. Utilízala.

A lo mejor esa marioneta está adelgazando los hilos. A lo mejor los está intentando cortar.

Un paso hacia delante.