sábado, 22 de junio de 2013

Primera generación Moebius.

23 de septiembre, una fecha para señalar en el calendario. ¡Cómo olvidar el cambio de venir a vivir a León! Residencia nueva, gente nueva. Todo para empezar de cero. Te paras a pensar y no encuentras la razón, el motivo, por la que esas personas llegan a ser tan importantes en tu vida. Aunque quizás no sea tan difícil encontrarla.

Ha sido un año muy difícil para mí, pero es impresionante la manera que tenéis de alegrarme el día, de tener siempre una sonrisa, un chiste, una chorrada en la recámara que me haga reír. Y creo que eso nos ha pasado a todos. Esa manera de alegrarte el día porque te sale de dentro, sin saber si la otra persona está pasando una mala racha. Dos hechos me han marcado mucho estos últimos nueve meses, pero vosotros habéis sido un motivo para seguir. Lo digo de corazón.

Solo vosotros sabéis el tipo de chorradas que se pasa todo el día diciendo Jairo y nos hacen reír aun sin quererlo. O las imitaciones de Miguel, perfectas por cierto (clavado a Gallego). La sonrisaza del “pececito”, de Adri. La seriedad de Rodri, pero también su buen rollo. Jose, el chico enganchado al LOL. Aitor, siempre con una sonrisa. Alberto, todo el día para arriba y para abajo con el fútbol y su Athletic. Rafa y su manera peculiar de apoyar a la gente. Las bromas de Carlos (épico el esconderte en mi armario). Jorge y sus “sufridos” exámenes. Los impresionantes dibujos de Pablo. Las risas con Héctor, Fernando y Guille. Y, por supuestísimo, el benjamín de todos, Loren.

También sabéis y conocéis a la perfección la risa de Belén. El cachondeo que siempre tiene Clara. La alegría diaria de Paula. La “hija pródiga”, Vicky (rectificar es de sabios). La risa de Marta. Las borracheras de Carmen y su desorden. Y la sonrisaza de la pequeñina pero gran Natalia. También el grupo de los gallegos (Álex, Marta y Sonia, Helena y Paula), Aloia, Raquel, Yaiza, y otras tres personas que no merecen ser nombradas.

No me olvido de vosotras dos, chicas. Desde el principio hasta el final, desde que llegué hasta que me marche. Doy gracias a la vida por darme a estas dos amigas de verdad, por haberos conocido, por estas dos pedazo de personas que valen muchísimo. Doy gracias a la vida por haberos puesto en la mía. Bea y Ane, Ane y Bea, gracias por estar ahí, por aguantarme, por haberme hecho pasar unos días y unas noches, unas semanas y unos meses increíbles a vuestro lado.

Todas estas personas han logrado que comprenda qué es el respeto, la convivencia, el apoyo mutuo sin pensar lo que recibes a cambio. Gracias a todos, chicos, me habéis hecho mejor persona.

¿Sabéis que esto no se acaba aquí, verdad? La amistad que tenemos no lo permitirá, estoy segura. Somos la primera generación Moebius y tenemos que estar orgullosos de serla.

Recordad: siempre os llevaré conmigo.



“Gracias por ser como sois”

lunes, 17 de junio de 2013

Ahora es el momento de seguir.

17 de septiembre. 17 de junio. Nueve meses son los que han pasado, parece mentira. Empezar recostado en una cama y acabar andando. Quién pudiera.

No ha sido un camino de rosas. Detrás hay esfuerzo, sacrificio y, sobre todo, apoyo. La distancia siempre ha sido grande, los días han sido eternos; pero la espera siempre merece la pena, el resultado final, más que satisfactorio. Eso sí, sin olvidar que no es el final, que aún se puede hacer más. Siempre se puede hacer más.

Largas sesiones de fisioterapia, interminables paseos, grandes esperas. En realidad todo se reduce al tiempo. “El tiempo todo lo cura” o “dale tiempo al tiempo” son dos expresiones que describen, que resumen, a la perfección todos estos meses.

No todo ha sido tristeza, sin embargo. Yo, al menos, no cambiaría para nada la recompensa que era el verle de nuevo, esa fuerza que me transmitía, esas ganas de hacerlo bien. Tampoco los pocos días que podía, podíamos, disfrutar todos juntos, pero bien aprovechados.

Nueve meses después aún nos tenemos que acostumbrar a esta nueva forma de vida. No por ser diferente es peor, todo lo contrario. Se ve todo desde una perspectiva en la que jamás nos habríamos llegado a imaginar que nos veríamos. Diferente, no mala. Misma ilusión por seguir; por hacer un día a día normal; por levantarse, desayunar, hacer unas pesas y ejercicios, comer, leer, ver la televisión, pasear, cenar, dormir. ¿Quién dijo cambio drástico? Esa drasticidad se produce cuando no levantas cabeza, cuando dejas de luchar, cuando no te ves con fuerzas y tiras la toalla. Y no es así. Es más, lo que estamos viviendo es totalmente opuesto. Es estar cerca y notar como irradia energía por los cuatro costados y ganas, muchas ganas, que no solo son muy importantes para él. Esa energía es importante para los que estamos con él, es la que nos da fuerzas para levantarnos cada mañana y pensar que lo tenemos con nosotros, andando, hablando, riendo.

También llorando. Porque la vida te da y te quita. Te da ilusión y te la quita de golpe. Te da ganas y te las quita de repente. Te da esperanza y te la arrebata, sin pensárselo.

Desde la distancia se ve de una manera diferente. Por supuesto que un móvil puede acercarte, pero no es lo mismo. Es una lucha continua, contra ti mismo y contra lo que pasa a cientos de kilómetros. Duele, pero te hace fuerte. Nueve meses fuera y miles de acontecimientos que no desearía a nadie.

“Puta vida, deja de ser tan puta”. Totalmente de acuerdo en que las palabras quizás no son especialmente “finas”, pero es la mejor manera de expresarlo. Porque no pueden ocurrir tantas cosas malas en tan poco tiempo, porque no está bien eso de dar una de cal y otra de arena.

“Los Prieto estamos hechos de otra madera. La vida se dedica a excavar hoyos en los que caemos, pero conseguimos salir de ellos”. Esta frase es para ti, mamá. No hace falta decir el por qué ni la causa de ello. La mayoría de entradas estos últimos meses han ido dirigidas hacia mi padre, pero sé, y todos sabemos, que él no estaría aquí si no fuera por ella, por ti mamá. Cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo a su lado le han hecho ser fuerte y ahora él es el que tiene que hacer fuerte a ti. Ahora es el momento de darlo todo por todos.


Ahora es el momento de seguir.