martes, 11 de diciembre de 2012

Serán pocas

Serán pocas todas las veces que te diga gracias.

Recoger todas y cada una de mis lágrimas no es tarea fácil.
Levantarme cada vez que caigo es digno de mención.
Regalar abrazos a cualquier hora es tu pasatiempos preferido.

Pero nada de esto supera a lo más importante de todo: el estar siempre ahí. Y cuando digo siempre, es siempre. Porque ya pueden venir impedimentos, que te da lo mismo. A cabezona no te gana nadie. Nunca me fallaste mami.

Y sobra decirlo: al igual que tú siempre estás, yo siempre estaré. Y lo sabes.

Serán pocas las veces que te diga GRACIAS.

Un segundo

A veces ocurre que, en un solo segundo, todo deja de tener sentido. Todo lo vivido se queda pequeño. Todo por lo que te has dejado la piel no merece la pena, porque es en ese mismo instante cuando empiezas a luchar.


Segundo raro, triste y feliz, de hundimiento y de salida a flote. Todo en uno. Desalentador y esperanzador. Porque todo lo que estaba pasando en ese momento en cada lugar del mundo, se paró. Una pequeña pausa.

Un fotograma demasiado definido. Un fotograma que no deja lugar a dudas. Un fotograma que te anima, es más, te obliga a seguir, a llorar para coger fuerzas, a reír por los avances. Pero también un fotograma que te hace pensar lo poco que se aprovecha el día a día, lo poco que mostramos nuestro aprecio a la gente que queremos. Lo poco que decimos te quiero.

Tan solo en un segundo se puede ir todo, desaparece. Toda tu vida pasa por delante. Recuerdas cada uno de los momentos que has vivido con esa persona, los buenos y los no tan buenos, el regalo que era verle cada día apoyándote (y corrigiéndote) en todas y cada una de tus acciones. El regalo de poder darle un beso de buenos días o de buenas noches.

El regalo de tenerle a tu lado, de hacer caminatas hasta el fin del mundo. El regalo de poder acompañarle a elegir una bicicleta nueva, un casco nuevo, unas zapatillas con fijaciones nuevas.

Es en ese instante cuando le das gracias a la vida por haberle tenido siempre a tu lado.

#Vamospapi!

viernes, 21 de septiembre de 2012

Te necesito


Necesito que me digas lo que va a pasar
y si te vas a ir, yo me voy a morir.
Necesito que me digas lo que vas a hacer
no te puedo perder, no me quieres perder.

Si yo puedo enseñarte a enamorarte
y mi mejor amiga, ya no puedes dejarme
porque a tu lado construiremos sueños
no es cuestión de olvidarme
es que tú estás en ellos...

Porque como la luna y el mar
te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar.

Yo sé que el mundo no es fácil, no lo es conmigo
pero entiende que aunque no puedas verme, aquí estoy contigo.
Sé que me lloras por las noches, puedo oírte
y aunque no pueda hablarte, te lo juro que aquí sigo.

Siento tu mirada triste y sé que tú te sientes sola
mira, que te entiendo, yo estoy solo a toda hora
y es que aunque llevemos poco juntos
yo te quiero y tú me quieres
aunque a veces te dejes del desespero.

Quiero aprender de tu mano, ser lo mejor de tu vida
quiero saber qué se siente cuando se vuelve de día
sueño con ver tu sonrisa y si tú no me lo arrebatas
podré saber lo que se siente si no me matas.

Necesito que me digas lo que va a pasar
y si te vas a ir, yo me voy a morir.
Necesito que me digas lo que vas a hacer
no te puedo perder, no me quieres perder....

Si yo puedo enseñarte a enamorarte
y mi mejor amiga, no puedes dejarme
porque a tu lado construiremos sueños
no es cuestión de olvidarme
es que tú estás en ellos...

Porque como la luna y el mar
te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar...

Yo sé que cuatro semanas parecen poco
pero por dentro tú sabes que te conozco.
No te mientas, mi amor existió en el primer segundo
y tú lo sabes, tú fuiste quien me ayudó a llegar al mundo.

No es mi culpa, y aunque no te haya hablado
te juro que te quiero, especialmente para ti yo fui creado
los milagros en la vida no tienen explicación
y no soy el problema, soy la solución.

Quiero aprender de tu mano, ser lo mejor de tu vida
quiero saber lo que se siente cuando se vuelve de día.
En la vida tú eres mi primera mujer
quiero que sepas, piensa bien lo que me vas a hacer.

Quiero aprender de tu mano, ser lo mejor de tu vida
quiero saber lo que se siente cuando se vuelve de día.
Y te perdono, siempre serás mi mamá
prometo cuidarte siempre, nunca te voy a olvidar.

Y voy a darte el aire para respirar...

Te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar,
te necesito como el aire para respirar...




Te quiero papá, te quiero mucho.

viernes, 29 de junio de 2012

Recuerdos

El siguiente relato lo presenté a un concurso literario. Desgraciadamente, no he recibido noticia alguna por parte de la organización. Aún así, estoy satisfecha con él y espero que os guste:

"Ese sueño le había acompañado a lo largo de muchas noches, pero ahora era de día y estaba despierto, muy despierto. Mario no podía dejar de pensar en ello. Lo había logrado. Tenía delante de él un libro, su libro. Era el único ejemplar que quedaba de todos los publicados y lo tenía en sus manos. Las duras tapas doradas con bordes de color marrón le hacían suspirar. Y es que todo le recordaba a ella.

Abrió el libro. Pasó las primeras páginas, donde estaban escritos todos los nombres de quienes habían hecho posible su realización, hasta llegar a una página en blanco. En ella debería estar plasmada la dedicatoria de la novela, pero no había nada. Mario pensó que, quizás, era un error de imprenta.O eso quiso pensar. No podía imaginarse que no se acordase de él, de todo lo que habían pasado juntos: los atardeceres en la playa, el levantarse temprano para ver el sol salir detrás de las montañas… Mil y un recuerdos que no quería, ni podía, olvidar. Tenía que ser una equivocación, no podía ser verdad.


A pesar de esto y con una enorme sensación de tristeza, comenzó la lectura. Le encantaba cómo escribía. No había conocido -y estaba seguro de que no conocería- a nadie que enlazase tan bien cada frase, cada palabra. Las metáforas no podían ser mejores. Las imágenes se reproducían en su cabeza de una manera que nunca le había sucedido, parecía que las estaba viviendo en ese momento.


Imposible. No conocería a otra mejor que ella. Y no solo por su manera de escribir, sino por ser como era. Muchos fueron los que la conocieron por su alegría, sencillez y humildad, y eso era lo que la había hecho única.


Las lágrimas empezaron a asomarse en sus ojos. El recuerdo de su madre se hacía demasiado vivo y no podía soportar su ausencia."

martes, 22 de mayo de 2012

Un simple adverbio


Quizás. Un rayo de esperanza, un vestigio de posibilidad. Quizás es una palabra que te puede hacer ver el positivismo que en un momento determinado no tienes. Da cabida a un sinfín de opciones. Pueden ser malas, sí, pero también buenas.

Un “quizás venga mañana” en la boca de una persona importante te produce nerviosismo, te puede llegar a hacer estar incluso mal, angustiada. No ves la hora en que llegue el momento preciso en el que esa persona “quizás esté”. Pero todas esas malas sensaciones son superadas por la curiosidad, por saber si vendrá o no, por confiar en que, de verdad, venga.

Es entonces cuando imaginas que viene, que vuelve a estar a tu lado. Es entonces cuando sonríes pensando en la posibilidad de volver a hablarle, cara a cara, sin ningún instrumento de por medio, pudiendo ver cómo reacciona ante todo lo que dices.

En ese instante puedes imaginar todas sus quejas a lo que le cuentas, sus risas, y recuerdas sus mil y una anécdotas, graciosas, imposibles, curiosas. Puedes, incluso, saber las veces que mira al infinito, sin pensar en nada, con la mente en blanco. Y sonríes de nuevo.

Piensas en que, quizás, todo lo bueno está aún por llegar. Lo que puede provocar un simple adverbio.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Recompensa


Pulsa un botón. Empieza a funcionar, se pone en marcha. Poco a poco, va aumentando la velocidad y comienza a subir, por lo que la velocidad deja de aumentar. Seis, trece, veinte… todos esos metros recorridos cuesta arriba se superan apenas doce segundos después. Ahora viene la mejor parte. Empieza la bajada.
La velocidad sube, sube y sube. Los gritos de adrenalina se empiezan a escuchar. Y es que subirse a una montaña rusa es lo que te provoca. Adrenalina.

Es una comparación perfecta. ¿Por qué? Porque la vida es así, es igual que una montaña rusa.
La cuesta arriba empieza poco a poco. Primero tienes que superar esa enorme cuesta que parece que nunca acaba. Luchas, luchas y luchas. Con todas tus fuerzas. Pero el final, el éxito de tu fuerza por seguir ahí, no tiene recompensa. Hay decaídas. Tiras la toalla. Pero, a pesar de esto, algo en tu interior te hace continuar. Algo en tu interior te grita que eres fuerte, que nunca te has dado por vencida y que esta vez no va a ser menos que las otras. Y continúas, y luchas, y para que se acabe tu sufrimiento.

Parece. Lo rozas con la punta de los dedos. Te empiezas a encontrar mejor. Poco a poco. El miedo a una vuelta a la cuesta arriba sigue latente. Pero luchas, sigues luchando. Entonces, cuando menos te lo esperas, llega ese momento y todos los esquemas se rompen.

Por fin. No más sufrimiento. La lucha de días, de interminables días, ha dado su fruto. Y vuelves a ser tú misma. Vuelves a sentir que nada ni nadie te puede hundir.

Porque, al fin y al cabo, toda lucha tiene su recompensa.

viernes, 4 de mayo de 2012

La luz al final del túnel

SONREÍR. La misma palabra lo dice. Solo con verla se me pone una sonrisa en la cara. Es de esas palabras que deberían estar en mayúscula en el diccionario porque te hace ver la vida de otra manera.

Aunque para sonreír tenemos que mover no sé cuántos músculos de la cara, ¿no sientes alivio cuando lo haces? Esa palabra ayuda a ver el lado positivo de las cosas por muy oscuras que sean. Es la luz al final del túnel.

Eso sí, tiene que ser una sonrisa de verdad. Tiene que ser una sonrisa que te llegue a los ojos y que te alegre el alma. Porque hay tantos tipos de sonrisa como maneras de sonreír. Muchas, muchísimas. Quizás más de las que pensamos, pues todas ellas poseen un pequeño detalle que las hace diferentes. No es igual la sonrisa al ver a alguien que hacía tiempo que no veías que la sonrisa al saludar al compañero de clase con el que compartes sufrimientos y alegrías cada día.

Tampoco la sonrisa de despedida es igual todas las veces, aunque sea la misma persona la que se marche. Están la sonrisa de “nos veremos en una semana”, la sonrisa de “nos veremos en un mes” y la sonrisa de “piensa en lo poco que queda para volvernos a ver”.
Sinceramente (y sonriendo), la que más me gusta de todas ellas es la última. La esperanza depositada para que el tiempo avance rápidamente hasta el día de reencuentro se hace palpable y ayuda a confiar en el esperado abrazo futuro.

Parece increíble que una sonrisa pueda llevar consigo todo eso. Aunque no lo creas, sonreír te puede cambiar la vida.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Es lo que tiene.

Es lo que tiene. Un título quizás llamativo, quizás estúpido o incluso sin sentido.

Pero es un título a un tablón con sentido. ¿Sentido por qué? Muy sencillo. Porque siempre se encuentra algo por lo que luchar, algo en lo que creer para sobrevivir a lo que nos ha tocado vivir. Unos creen en dioses, otros en el karma y otros, simplemente, no creen en nada. Quizás estos últimos puedan ser, desde algún punto de vista, a los que peor le va a ir la vida.

Pero no toda creencia se basa en seres sobrenaturales. Hay otros tipos de creencia que, quizá, sean más fuertes y ayuden más en el camino que recorremos en el día a día.
Por ejemplo, se puede creer en la amistad. Es una creencia peligrosa, muy peligrosa. No todo el mundo tiene el mismo concepto de amistad. De ahí que haya diferencias entre las personas.

Hay personas que ven la amistad como algo superfluo, algo con lo que pueden jugar y pueden manejar a su antojo. Esta amistad, sinceramente, es la que más asco puede llegar a provocar. Manejar los sentimientos de los que te rodean para tu propio bien es algo que merece, cuanto menos, un profundo odio.

Sin embargo, la amistad no merece esto. Podría decirse que la amistad se basa en el respeto, en el cariño y en el apoyo. Quizás apoyar a otra persona en todas las decisiones que tome y en todo lo que haga, sea la mayor prueba para saber si esa amistad es de las de verdad, por las que merece la pena luchar y estar siempre dispuesto a ayudar a esa persona que se lo gana. Y no se lo gana con las palabras. Esa persona se gana tu amistad con los hechos, estando siempre a tu lado, ayudándote en todo momento y apoyándote para hacer que tu lucha no sea en vano, para empujarte a recorrer ese camino de la vida que quizás haga más curvas de las que debería.

El único problema de esta verdadera amistad es que es muy difícil de encontrar. Por eso dicen que "los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano". Yo ya tengo algunos de esos dedos ocupados por personas muy importantes. Y sobra decir quiénes son.

Es lo que tiene saber que siempre estarán ahí.