lunes, 17 de junio de 2013

Ahora es el momento de seguir.

17 de septiembre. 17 de junio. Nueve meses son los que han pasado, parece mentira. Empezar recostado en una cama y acabar andando. Quién pudiera.

No ha sido un camino de rosas. Detrás hay esfuerzo, sacrificio y, sobre todo, apoyo. La distancia siempre ha sido grande, los días han sido eternos; pero la espera siempre merece la pena, el resultado final, más que satisfactorio. Eso sí, sin olvidar que no es el final, que aún se puede hacer más. Siempre se puede hacer más.

Largas sesiones de fisioterapia, interminables paseos, grandes esperas. En realidad todo se reduce al tiempo. “El tiempo todo lo cura” o “dale tiempo al tiempo” son dos expresiones que describen, que resumen, a la perfección todos estos meses.

No todo ha sido tristeza, sin embargo. Yo, al menos, no cambiaría para nada la recompensa que era el verle de nuevo, esa fuerza que me transmitía, esas ganas de hacerlo bien. Tampoco los pocos días que podía, podíamos, disfrutar todos juntos, pero bien aprovechados.

Nueve meses después aún nos tenemos que acostumbrar a esta nueva forma de vida. No por ser diferente es peor, todo lo contrario. Se ve todo desde una perspectiva en la que jamás nos habríamos llegado a imaginar que nos veríamos. Diferente, no mala. Misma ilusión por seguir; por hacer un día a día normal; por levantarse, desayunar, hacer unas pesas y ejercicios, comer, leer, ver la televisión, pasear, cenar, dormir. ¿Quién dijo cambio drástico? Esa drasticidad se produce cuando no levantas cabeza, cuando dejas de luchar, cuando no te ves con fuerzas y tiras la toalla. Y no es así. Es más, lo que estamos viviendo es totalmente opuesto. Es estar cerca y notar como irradia energía por los cuatro costados y ganas, muchas ganas, que no solo son muy importantes para él. Esa energía es importante para los que estamos con él, es la que nos da fuerzas para levantarnos cada mañana y pensar que lo tenemos con nosotros, andando, hablando, riendo.

También llorando. Porque la vida te da y te quita. Te da ilusión y te la quita de golpe. Te da ganas y te las quita de repente. Te da esperanza y te la arrebata, sin pensárselo.

Desde la distancia se ve de una manera diferente. Por supuesto que un móvil puede acercarte, pero no es lo mismo. Es una lucha continua, contra ti mismo y contra lo que pasa a cientos de kilómetros. Duele, pero te hace fuerte. Nueve meses fuera y miles de acontecimientos que no desearía a nadie.

“Puta vida, deja de ser tan puta”. Totalmente de acuerdo en que las palabras quizás no son especialmente “finas”, pero es la mejor manera de expresarlo. Porque no pueden ocurrir tantas cosas malas en tan poco tiempo, porque no está bien eso de dar una de cal y otra de arena.

“Los Prieto estamos hechos de otra madera. La vida se dedica a excavar hoyos en los que caemos, pero conseguimos salir de ellos”. Esta frase es para ti, mamá. No hace falta decir el por qué ni la causa de ello. La mayoría de entradas estos últimos meses han ido dirigidas hacia mi padre, pero sé, y todos sabemos, que él no estaría aquí si no fuera por ella, por ti mamá. Cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo a su lado le han hecho ser fuerte y ahora él es el que tiene que hacer fuerte a ti. Ahora es el momento de darlo todo por todos.


Ahora es el momento de seguir.

1 comentario:

  1. Gracias... Consigues llevarme a la reflexión, al entendiemiento, a la emoción... ¡¡Me encantas cuando escribes!! y cuando no... también ;P
    (MSI)

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