Quizá un golpe de suerte, quizá
una casualidad, pero tengo que agradecer a ese golpe de suerte, a esa
casualidad o a lo que sea, que estés ahí. Ha pasado poco tiempo, podrían decir.
Por supuesto que no han pasado ni siquiera seis años (dichoso seis), pero a mí
me han parecido incluso el triple. Nunca pensé que se podría llegar a conocer a
una persona tan bien y en tan poco tiempo. Tampoco sabía qué era el verdadero
color de la amistad, ni el de las llamadas a las tantas de la mañana teniendo
que madrugar, ni el del “¿Qué coños hago, mami?” y así podría seguir y seguir.
Se podría decir que en muy poco
tiempo he aprendido lo que es saber que alguien perdido por el mundo te ayuda a
levantarte cada vez que caes, a secar cada lágrima vertida y cambiarla por una
sonrisa, aunque también a pasarlo tan bien que echas de menos cada segundo
invertido en nuestras queridas fiestas. ¡Madre mía qué noches! Para recordar. El llegar a las tantas de la mañana a casa y
levantarse peor que cuando te acostaste. (Queda pendiente el torear, aviso).
Te daría tantas veces las gracias
que desgastaría esa preciosa palabra. Podría estar días y días y días y días y
meses y meses y meses y me mebueno ya, a ver si te queda claro con ese tiempo.
Que eso, que no me canso de darte las GRACIAS. Por estar siempre, por animarme.
Por perder tu tiempo para (intentar,
al menos) hacerme ver las cosas desde otro punto de vista cuando estoy
encabezonada que son de otro. Para seguir adelante aún cuando sentía que no
podía continuar. Por decirme las cosas claras cuando nadie me contaba nada. Por
aguantar todas y cada una de mis tonterías. Por sacarme una sonrisa cuando
estoy triste; por hablar con mi contestador teniendo el teléfono descolgado,
que oye, es un gran mérito. Por hacerme reír cuando es lo último que me apetece
hacer (sé que se repite, pero me da igual).
También sabes que estoy para lo
que quieras, cuando quieras. Lo de a la hora que sea creo que ya quedó claro. Siempre
intento que veas el lado positivo de todo lo que haces, quizás el lado
realista, quizás el lado divertido. Solo quiero que le sonrías a la vida. Tengo
la certeza de que ella, la vida, te acaba sonriendo. O si no, que mire y vea
que sigues sonriendo a pesar de todos los malos ratos que te hace pasar, que es
lo que más duele.
Dicen por ahí que lo último que
se pierde es la esperanza. Pues yo creo que lo último que se pierde es la alegría,
las ganas de reír. Y, si eso lo llegases a perder, no preocuparse que ya está
la pompona para hacerlo volver. Si algo sé de ti mami, es que no pierdes la
sonrisa ni cuando peor lo estás pasando y eso es porque alguno motivo para reír
tienes.
Este último año ha sido, digamos, un
tanto extraño. Demasiados cambios, demasiados malos momentos, demasiadas ganas
de tirar todo a la basura. Demasiadas malas cosas. Pero ha sido este año cuando
más que nunca te he necesitado y ahí has estado, siendo mi apoyo en cada
momento, en cada caída. ¿Te acuerdas del pozo? Pues yo no y creo que tú tuviste
la culpa de que lo haya dejado atrás. Hay que aprender a vivir con todas las
adversidades que se nos pongan por delante. Sé que es complicado (y créeme que
lo sé), pero tengo muy claro que, por muy malos que sean los recuerdos, por
mucho que nos martiricen, tenemos algo dentro que nos hace continuar. Algo que
nos hace preguntarnos por qué no seguir caminando, por qué no continuar lo que
hemos estado haciendo hasta ahora.
¿Qué nos impide seguir? Únicamente
tú misma eres la que te imposibilitas. Tu verdadero motivo para continuar y tu
verdadero motivo para parar eres tú. Que continúes o que no lo hagas se decide
por tus ganas, por tu fuerza interior, por tu actitud, y sé que te sobran. Sabes
que te sobran.
Pensar es bueno, eso es
innegable, pero hay que saber decir basta. Menos mirar para lo hecho y más
mirar para lo que está por hacer. Lo vivido ya no se puede cambiar, pero lo que
vivirás está a tu elección y hay que intentar elegir la mejor manera de
continuar. Una vez me dijiste que te diera un manual, un manual de la vida, que
no entendías nada. ¿Recuerdas lo que te respondí? Que cada uno se elabora el
suyo propio. Cada persona intenta hacer de su vida algo llevadero y va
escribiendo su propio manual de acuerdo con lo vivido, con sus errores y sus
aciertos. Por eso no pude, ni puedo, ni podré dártelo, porque serás tú la que
lo escriba de acuerdo con todo lo que te ha pasado y de lo que has aprendido.
Ya sabes que esto de enrollarme
se me da de vicio, es genético, qué le voy a hacer. Pero, ¿sabes qué? No todo el
mundo puede decir “Always here, always there!”. No todo el mundo puede decir
que hay un personajillo por ahí que le da igual lo lejos que yo esté que me
sigue diciendo que soy una pesada, una risas y todo lo que te puedas imaginar. Pero
también te digo que esta pesada, risas y todo lo que te puedas imaginar te echa
de menos y no se cansa de escribir cosas para verte feliz. Sí, feliz, porque ya
va siendo hora de dejar de decir esa dichosa palabra. ¡Feliz es aquel que no se
preocupa en ser feliz! Que la felicidad llega sola, cuando menos lo esperas.
Gracias, pompona. ¡Ah! Y
zorionak.
Bendito golpe de suerte, bendita
casualidad.
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