jueves, 24 de julio de 2014

Mágico

Y hacerte pequeñita, minúscula, diminuta. Cada palabra te hace un centímetro más pequeña. Una a una, poco a poco, te hacen disminuir hasta apenas levantar un palmo del suelo. Y ahí, a escasos cinco centímetros del asfalto, te quedas durante un tiempo, aletargada, como un gusano de seda en el capullo que ha ido tejiendo a su alrededor.

En ese periodo, construyes una coraza que empieza a protegerte, como si de capas de cebolla se tratasen. Al final, la coraza es tan resistente que empiezas a crecer de nuevo.

Pero esa etapa de trabajo te hace ascender lentamente. Ya no son centímetros, ahora son milímetros. Ya no es disminución, ahora es crecimiento. Ya no es empequeñecer a cada palabra, ahora es engrandecer con cada gesto. Y esa coraza tan trabajada durante tanto tiempo, da su fruto.

Ahora ya no importan tanto las cosas que te hacían daño porque ese escudo te protege, y llega un momento en que un instante, en un pequeño instante de crecimiento y con un pequeño gesto, te quita la coraza como si fuera una tirita.

Es un instante precioso, diferente, quizá raro, pero de lo que debes estar total y completamente segura es de que es un instante irrepetible con unas consecuencias irreparables.

Un instante mágico.