23 de septiembre, una fecha para
señalar en el calendario. ¡Cómo olvidar el cambio de venir a vivir a León! Residencia
nueva, gente nueva. Todo para empezar de cero. Te paras a pensar y no
encuentras la razón, el motivo, por la que esas personas llegan a ser tan
importantes en tu vida. Aunque quizás no sea tan difícil encontrarla.
Ha sido un año muy difícil para mí,
pero es impresionante la manera que tenéis de alegrarme el día, de tener
siempre una sonrisa, un chiste, una chorrada en la recámara que me haga reír. Y
creo que eso nos ha pasado a todos. Esa manera de alegrarte el día porque te
sale de dentro, sin saber si la otra persona está pasando una mala racha. Dos hechos
me han marcado mucho estos últimos nueve meses, pero vosotros habéis sido un
motivo para seguir. Lo digo de corazón.
Solo vosotros sabéis el tipo de
chorradas que se pasa todo el día diciendo Jairo y nos hacen reír aun sin
quererlo. O las imitaciones de Miguel, perfectas por cierto (clavado a
Gallego). La sonrisaza del “pececito”, de Adri. La seriedad de Rodri, pero también
su buen rollo. Jose, el chico enganchado al LOL. Aitor, siempre con una sonrisa.
Alberto, todo el día para arriba y para abajo con el fútbol y su Athletic. Rafa
y su manera peculiar de apoyar a la gente. Las bromas de Carlos (épico el
esconderte en mi armario). Jorge y sus “sufridos” exámenes. Los impresionantes
dibujos de Pablo. Las risas con Héctor, Fernando y Guille. Y, por supuestísimo,
el benjamín de todos, Loren.
También sabéis y conocéis a la perfección
la risa de Belén. El cachondeo que siempre tiene Clara. La alegría diaria de
Paula. La “hija pródiga”, Vicky (rectificar es de sabios). La risa de Marta. Las
borracheras de Carmen y su desorden. Y la sonrisaza de la pequeñina pero gran
Natalia. También el grupo de los gallegos (Álex, Marta y Sonia, Helena y
Paula), Aloia, Raquel, Yaiza, y otras tres personas que no merecen ser
nombradas.
No me olvido de vosotras dos,
chicas. Desde el principio hasta el final, desde que llegué hasta que me
marche. Doy gracias a la vida por darme a estas dos amigas de verdad, por
haberos conocido, por estas dos pedazo de personas que valen muchísimo. Doy gracias
a la vida por haberos puesto en la mía. Bea y Ane, Ane y Bea, gracias por estar
ahí, por aguantarme, por haberme hecho pasar unos días y unas noches, unas
semanas y unos meses increíbles a vuestro lado.
Todas estas personas han logrado
que comprenda qué es el respeto, la convivencia, el apoyo mutuo sin pensar lo
que recibes a cambio. Gracias a todos, chicos, me habéis hecho mejor persona.
¿Sabéis que esto no se acaba aquí,
verdad? La amistad que tenemos no lo permitirá, estoy segura. Somos la primera generación
Moebius y tenemos que estar orgullosos de serla.
Recordad: siempre os llevaré
conmigo.
“Gracias por ser como sois”