martes, 23 de julio de 2013

Puras metáforas.

Es tarde, las dos de la mañana. Vas a casa a descansar después de un día agotador, te pones el pijama y te acuestas en la cama. La misma historia de todas las noches de entre semana desde que empezó el verano, tus vacaciones. Ni te da tiempo a pensar en cómo ha sido tu día porque te duermes al minuto.

Dicen que sueñas muchas cosas en una noche y que al día siguiente solo te acuerdas de uno de esos sueños. A veces despiertas cuando iba a pasar algo emocionante o decisivo, otras cuando acaba. A veces despiertas cuando está empezando, otras cuando no le ves sentido.

Dicen que soñar es recordar lo que te ha pasado desde que llegaste al mundo, volviendo a revivir momentos agradables, y no tan agradables; pero también es vivir lo que no puedes hacer en tu día a día. Soñar es vivir tu pensamiento, en el que llevas a cabo muchas cosas que no puedes realizar en tu realidad, bien porque no puedes, bien porque no te atreves a hacerlas, o bien porque ves imposible que salgas ganando con esa acción.

“Los sueños, sueños son”. Eso es así hasta que te armas de valor y los haces realidad. Todo lo que se sueña se debería llevar a cabo, aunque se tiene que ser lo suficientemente inteligente para saber cuáles de esos sueños son factibles y cuáles no.

Nada de lo que has soñado en tu vida es realizable hasta que pasas ese sueño a la realidad. Si de verdad quieres que ese sueño se cumpla, ve a por él, lucha por él, da todo lo que tienes y lo que no tienes por cumplirlo. Si no te dejas la piel por hacerlo realidad es porque realmente no quieres experimentar lo que ese sueño te daría.

Traduzcamos esos despertares, relativamente. Estás viviendo una época muy buena en tu vida; estás viviendo una época en la que ves por lo que estás pasando se va a acabar; estás viviendo una época de comienzo, pero sin ningún futuro; estás viviendo una época sin que tenga cosas buenas ni malas, simplemente estás. Para cada uno de estos tipos de sueño hay siempre un mismo final, el despertar. Por muy bien o muy mal que te vaya, o incluso si vives sin más, todo se acaba.

En cada momento de tu vida hay un punto, una coma, un punto y coma, un punto final, un punto y siguiente párrafo. Hay pausas, grandes, pequeñas, más grandes o no tanto, más pequeñas o diminutas, pero pausas al fin y al cabo. Tienes pequeños respiros que te impulsan hacia delante, o te llevan para atrás. Pausas forzadas, hacia atrás. Pausas meditadas, hacia delante. Sea lo que sea lo que esos respiros te provoquen, hay que convivir con ellos.


Los sueños son puras metáforas. Tú eliges su significado.

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